RECUERDO
Recuerdo ir casi todas las tardes a ver a mi abuela Victoria, ella siempre me recibía con un gran abrazo y un millón de besos, me preparaba un pequeño plato de jamón cortado en cuadraditos con un vaso de Coca-cola. Cuando hacía buen tiempo salíamos a su patio y le encantaba hacerme el peinado de la reina, así es como ella lo llama, y me ponía fucsias como pendientes para parecer más reina todavía, luego me daba una loncha de chopped para que se lo diera a su tortuga hasta que un día me mordió y no quise volver a darle de comer, también me contaba que en su pozo había una mora y que no me podía asomar si no estaba la reja porque me podía comer, y yo me lo imaginaba como un gran pulpo de color morado y que de ahí procedía su nombre.
Recuerdo noches de sábado en casa de mi abuela Isabel con mis primos, todos queríamos dormir en el tresillo porque era la cama más grande. Mi primo el más pequeño dormía con mi abuela, los otros tres casi siempre dormían en el tresillo que todos ansiábamos y mi prima y yo en la habitación de una de mis tías. Cuando mi abuela se dormía todos intentábamos salir de la cama para ir al salón a seguir la fiesta, aunque era complicado porque nos arropaba al vacío, y al rato de estar en el salón empezábamos a montar jaleo, hasta que escuchábamos a mi abuela levantarse enfadada y nos íbamos todos a nuestras respectivas camas y ella siempre decía ¡Ni tanto niño, ni tanta berenjena!, a día de hoy seguimos sin saber lo que significa, pero que buenos momentos.
Recuerdo noches de sábado en casa de mi abuela Isabel con mis primos, todos queríamos dormir en el tresillo porque era la cama más grande. Mi primo el más pequeño dormía con mi abuela, los otros tres casi siempre dormían en el tresillo que todos ansiábamos y mi prima y yo en la habitación de una de mis tías. Cuando mi abuela se dormía todos intentábamos salir de la cama para ir al salón a seguir la fiesta, aunque era complicado porque nos arropaba al vacío, y al rato de estar en el salón empezábamos a montar jaleo, hasta que escuchábamos a mi abuela levantarse enfadada y nos íbamos todos a nuestras respectivas camas y ella siempre decía ¡Ni tanto niño, ni tanta berenjena!, a día de hoy seguimos sin saber lo que significa, pero que buenos momentos.
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